En los últimos días he visto cómo se ha hecho viral en redes sociales una técnica que me preocupa profundamente como dermatóloga: el tatuaje de ojeras. Como especialista en dermatología estética, quiero compartir con vosotros mi punto de vista y explicar por qué esta práctica puede entrañar más riesgos que beneficios.
La técnica consiste en pigmentar la zona de la ojera con un tono similar al de la piel para disimular su oscuridad. Pero debemos tener en cuenta que la piel del contorno ocular es extremadamente fina y delicada, y que su color varía según la luz, el estado de ánimo, el clima o el paso del tiempo. Intentar replicar ese tono de forma artificial es, en mi opinión, un error.
“Cuando tatuamos las ojeras introducimos un pigmento en una piel muy fina que nunca va a replicar exactamente el color carne con sus cambios estacionales y dinámicos. Es una locura”, he comentado en una entrevista reciente.
Además, estos pigmentos pueden cambiar de color con el tiempo, como ya hemos visto en cejas o labios, y el resultado puede ser aún más llamativo en una zona tan expuesta como las ojeras. Por eso insisto en que, antes de recurrir a cualquier tratamiento, es esencial conocer la causa de esas ojeras: pueden ser vasculares, pigmentadas, estructurales… y cada una necesita un enfoque distinto.
📖 Si quieres conocer más sobre este tema, puedes leer la entrevista completa en la revista Divinity, donde hablo con más detalle de los riesgos y alternativas :
Tatuarse las ojeras para disimular lo oscuras que están: pros y contras de este controvertido tratamiento
DRA. PALOMA CORNEJO, dermatóloga en estética avanzada.
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