Una de las profesiones que más castigan la piel es la de tripulante de una aerolínea. No es raro encontrar pilotos, copilotos y auxiliares de vuelo en la consulta de dermatología
La elevada exposición al sol dentro de la cabina del piloto permite que las radiaciones solares lleguen a su piel. Si tenemos en cuenta las grandes alturas a la que se vuela y la mayor cercanía al sol es fácil adivinar que volar no es como dar un paseo en coche. Los parabrisas de los aviones están compuestos por policarbonato o múltiples capas de cristal. La radiación UVB es la responsable de las quemaduras solares agudas, penetra solo hasta la epidermis y puede causar daño celular y cáncer del piel. La radiación UVA penetra más profundamente llegando hasta la dermis y causando destrucción de las fibras de colágeno y elastina y ,por tanto, es la principal causa de envejecimiento favoreciendo la aparición de arrugas y también predispone al cáncer de piel.
En la cabina del avión la transmision de la radiación UV-B (280–320 nm suele ser menor del 1%. Sin embargo, la transmisión de la radiación UV-A (320–380 nm) varía del 0.41% al 53.5% siendo más aislante el plástico que el cristal. Se ha podido comprobar que 20 minutos en una cabina de bronceado de rayos UVA equivale a permanecer 56 minutos en la cabina del avión volando a 30000 pies de altura
Por otro lado tenemos el caso del personal de vuelo que realiza trayectos a sitios soleados como Caribe, donde puede permanecer allí algunas jornadas de descanso numerosas veces en el año. Esa exposición repetida durante largos años puede causar estragos especialmente si se trata de fototipos claros (rubios, ojos azules, de piel clara …) con menor capacidad de defenderse del sol y con más facilidad para quemarse.
Y no olvidemos que las alteraciones del sueño o ritmo circadiano y las sequedad ambiental también colaboran para la aparición de problemas cutáneos y el envejecimiento precoz.
Por tanto el personal de vuelo y la sociedad tienen que ser consciente de estos problemas que podrían considerarse un riesgo profesional.
En mi consulta tengo muchas auxiliares de vuelo que me consultan por sus manchas, arrugas precoces y sobre todo sequedad cutánea. Son candidatas a tratamientos laser, peelings, mesoterapia para revertir estos daños. Pero también veo lesiones precancerosas como las queratosis actínicas y tumores cutáneos. En general, en todo el personal que vuela en el avión y tras analizar varios estudios se ha observado que el riesgo de TUMORACIONES CUTANEAS es superior al de la población general por lo que se hace obligada el uso de medidas de protección, la autoobservación y la revisión dermatológica al menos una vez al año
Medidas de protección:
Es por tanto muy importante que la protección de la cabina se realice con materiales aislantes, usar gafas de sol adecuadas y acostumbrarse al uso de protección solar de amplio espectro de FPS superior al 50 ,sin olvidar zonas como la calva (en caso de alopecia), las orejas, las manos y el cuello. Esta protección ha de reaplicarse cada tres horas y debemos elegir el excipiente más adecuado a nuestro tipo de piel existiendo texturas nada brillantes y cómodas de usar ,ideales para los varones. No debemos olvidar la hidratación (hay beber mucha agua y usar lágrimas artificiales) ni tampoco las medias de compresión para prevenir las varices tan frecuentes en estos colectivos.
Autoexploración:
Cualquier lesión nueva o una antigua que haya cambiado, una herida que no cura y se cubre de una costrita continuamente, un lunar que es diferente del resto debe ser motivo de una visita al dermatólogo.
Revisión dermatológica
El dermatólogo es tu mejor aliado. Es el especialista para cuidar la piel sana mediante un consejo dermocosmético y preventivo de las secuelas de volar y, por supuesto, es esencial par el diagnóstico precoz y el tratamiento de problemas mayores.
